y belarmino, como siempre,
se detiene a la vera del portón.
Cavila, medita, observa,
entonces el corazón toma pluma
... empieza a escribir...
Cuántas estampas no ha escrito su corazón,
cuántas pinturas detalladas y escuetas...
oleos de sus ojos que destellan..
Belarmino no puede detener su corazón,
éste vuela, alcanza altura, rompe distancia...
se desborda en una ventana extraña,
se cuela entre las mantas
se queda a pasar
una de las tantas noches
que pasará con ella...
Rocio avitia
marzo 2010